La leyenda del Cadejo

En diversos países de américa; ronda una famosa leyenda urbana que estremece a todo el que escucha su relato, una capaz de hacernos pensar en nuestras acciones y cambiar nuestro comportamiento, a fin de librarnos de que llegue a sucedernos.

La leyenda del Cadejo

La Leyenda del cadejo, se ha esparcido por largos caminos; llevándole un mensaje de alerta a las personas; sobre todo aquellos mal portados, borrachos e inmorales, que tarde o temprano terminarán siendo castigados por un ser supremo y diabólico que les hará rendir cuentas de la peor forma.

¿De dónde surgió tal ente vengador y por qué se mantiene en las sombras? ¿Acaso será solamente producto de la imaginación? Quizás sí, pero lo más conveniente es no intentar descubrirlo.

Un maleficio para toda la vida

Se dice que el cadejo; no es más que un demonio personificado en forma de perro; con dos grandes cabezas, colmillos afilados y ojos de fuego. Sin embargo; la verdadera historia apunta a que solo se trata de un hombre; cual fue condenado por su padre a adoptar la forma de una criatura espeluznante y deambular por las calles sombrías hasta la eternidad.

El mismo, deseaba vengarse de su progenitor; por entregarse al alcohol y maltratar constantemente a su madre, más en una de las tantas noches que solía asustarlo en el callejón cercano a su hogar; fue descubierto por este y maldecido sin piedad alguna.

A partir de allí, éste se mantiene al acecho de todos aquellos cuales considere malos, aguardando el momento indicado para sorprenderlos con su gran mordida y llevárselos consigo.

El cadejo, un aullido y Adiós

“Silencioso y calculador, persigue a sus víctimas en medio de la penumbra para luego  acariciarlas con sus afiladas uñas; preparándoles para sus últimos minutos de aliento, tras su estruendoso y aniquilador aullido” 

La niebla comenzaba a cubrir el cielo y minimizar el brillo de la luna, oscureciendo así cada zona de la ciudad; pero Pedro, aun notando lo irreconocible que podría ser el camino a casa; decidió alejarse poco a poco del bar y con botella en mano se enrumbo hasta su destino con el vaivén de la inconciencia.

La leyenda del Cadejo, historia completa

Se encontraba tan fuera de sí; que ni siquiera lograba escuchar los cortos y firmes pasos que le seguían desde atrás, él solo  cantaba y tarareaba sobre los grandes placeres que le brindaba el alcohol y del porqué se encontraba tan feliz; y así hubiese seguido, de no ser porque al doblar la esquina y pasar frente a la vidriera de la panadería, notó que alguien más le acompañaba.

Pedro volteó rápidamente, pero no había más que nada y polvos levantándose con la brisa; así que apuró su paso anhelando estar rápido a casa, sin embargo parecía no salir del mismo lugar, las calles resultaban más largas cada vez y cuando comenzaba a creer que por fin llegaría, solo terminaba en la misma esquina frente a la vidriera; observando a una criatura negra con ojos rojos que le seguía como un trozo de carne deseable de comer.

El cadejo, había cercado por completo a Pedro en una ilusión y se mantenía ansioso por atraparlo con sus patas; mas sin embargo aguardó como quien juega con su presa, le permitió avanzar y llegar muy cerca de su hogar. Justo cuando  se disponía a pisar la acera del sitio, el enorme perro endemoniado; se abalanzó sobre éste, posó sus garras en el pecho y con un fuerte gruñido le hizo entender que ese sería su final.

Pedro no podía creerlo, la leyenda que tantas veces escuchó desde niño; el castigador de borrachos, ese animal atroz que se llevaba consigo a quienes amaran el licor, estaba ahí frente a él y no podía hacer más que pedir perdón.

Imploró e imploró, pero mientras más rogaba más gruñía su cazador; el cual solo podía babearlo y rozarlo con sus afiladas uñas cada que éste intentaba zafarse y arrastrarse con el fin de acercarse a la puerta. Todo era en vano, no podía escapar; y en su intento por gritar, fue callado por el aullido ensordecedor del cadejo; el cual solo cesó hasta sus últimos minutos de aliento.

Se cuenta; que en las noches de luna llena, el condenado ser pasea por las esquinas de bares; observando a los más débiles y eligiendo a quien ha de llevarse, muchos dicen que cada persona inmoral tiene un cadejo asignado; y que desaparece al mismo instante que muere su presa, sin embargo; hay solo uno que con sus enormes cabezas observa las acciones y castiga a quien crea lo merezca.

Si deambulas; solitario por las calles y escuchas unos pasos, no voltees; posiblemente sea el cadejo, que viene a enrumbarte en su ilusión y llevarte consigo a un lugar donde no existe el eterno descanso; ese infierno del que muchos oyen, pero pocos realmente creen.

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